Desde que apunté en mi agenda la fecha de la comida con mis suegros mis canillas temblaron. Era el día de la presentación oficial. Apunté "Barbacoa en los Hamptons con Paul y Joanne. Comprar postre". Tenía dos semanas para preparar la cita y sentía que era una empresa demasiado compleja para un pobre chico newyorkino de procedencia humilde (muy de pobres) como lo era yo.
Un viaje de trabajo me llevó hasta mi segunda tierra, los madriles, para cerrar unos asuntos comerciales. No dejaba de darle vueltas a todos los impedimentos que podían surgir. No todos los días uno iba a compartir una barbacoa con Paul Newman, y más, sabiendo que sólo hay una primera impresión para todo. No lo podía echar a perder, al fin y al cabo pronto formaría parte de la familia y más me valía caer en gracia.
Joanne no era problema, siempre se me han dado muy bien las mujeres maduras, además parecía adorable y encantadora. Era él quien me quitaba el sueño. Le imaginaba con el tenedor de la carne en una mano y una cerveza en la otra mientras me clavaba sus cristalinos ojos, escrutando cada gesto...
Mis miedos:
Va a pensar que soy un flojo, un quejica, un hijo de esta sociedad de blandos sin valores. Él estuvo en la Segunda Guerra Mundial y eso es algo que ninguno de nosotros puede imaginar. Es curioso pensar que las películas y los libros han sido nuestra única ventana a la Historia (incluso de la actual). Me limitaré a mostrar todos mis respetos. Intentaré evitar hablar de política, aunque sé que es un tema recurrente en sus reuniones, no quiero que me perciba como un panfletero que no entiende la Democracia ni la Libertad, al final es algo que nos ha sobrevenido y que apenas luchamos para mantenerla sana y oxigenada. Podría darme un rapapolvo por lo que me limitaría a escucharle y aprender. Me consta que hablar con él de Hollywood no es hilar chascarrillos superfluos para acabar poniendo verde a cualquier compañero de reparto, hablar con Paul Newman de Hollywood es hablar de la Historia del Cine (e incluso de la historia de EEUU), desde las moralinas de los 50 hasta la libertad de los 70 (aunque Dios sabe lo que daría por que me contara algo sobre Liz).
Mientras paseaba por la calle Velázquez, a la altura del 26, pensando una y otra vez en todas las cosas que podían salir mal, llegó la solución a una de ellas. ¿Una barbacoa en los Hampstoms y luego una cena en el West Village, una recepción en el Upper?. Con Paul Newman y familia, necesitaba algo elegante, algo auténtico, algo cómodo, algo bohemio, algo único. Entré en Maguen 11:11.
Maguen 11:11 es una apuesta, una aventura que debéis de conocer. Algo que empezó y que debe continuar, algo que debe prosperar. Yo, un pobre muchacho de un barrio newyorkino (y marginal) ha encontrado en este rincón de la calle Velázquez 26 un remanso de paz y recuerdos de su ciudad de origen, de su hogar.
Ahora que soy alguien importante, de los que a veces le encantaría olvidar el pasado y de los que se arrastran a todos los eventos de la City, Maguen me echa un cable, me aporta ese punto de outfiter newyorkino tan necesario para reafirmarme como humano que habita la Tierra. Cuando entras te encuentras con un cálido recibimiento, una pequeña familia que te acoge como si fueses uno más, que te invita a pasar, y lo que es más importante, a quedarte. Y todo gracias a un equipo joven y muy profesional: Jack, Javier, Fidel, Caio y Lander, entre otros (se dice por ahí que la fiesta del 11 del 11 se recordará durante un tiempo).
y tras salir de Maguen 11:11 caí en la cuenta de que a veces lo sencillo nos ayuda a encontrar el camino. Salí de allí con una cosa clara, con una única cuestión, algo que quería decirle a Paul cuando tuviese un momento tras el postre (decidí que llevaría la tarta de queso y arándanos de mi madre). Más o menos sería:
- Sé que me has dicho que te llame papá, pero permíteme llamarte Paul. Es un orgullo que me quieras tratar como a un hijo. Quiero decirte que tienes todos mis respetos, como actor, como padre, como activista social y como marido, en definitiva, como hombre. No hay mejor ejemplo para seguir. Dicho esto, ahora sí, te llamo padre porque quiero seguirte, quiero escucharte, quiero que me enseñes tu último bólido y que me enseñes su manejo, quiero que me cuentes los secretos del amor, la humildad y la fidelidad auténtica. Es posible que me achaques falta de valores o incluso no saber lo que es el trabajo duro, y estarías en lo cierto, pero es por eso por lo que quiero que sepas que estoy dispuesto a aprender, de ti, Paul, padre"
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Joanne Woodward y Paul Newman |
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Descansa en paz
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Un saludo y buen finde
Es genial.Me encanta el nuevo colaborador
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