Cuando a un director de cine le gusta la música, se nota. Si además es capaz de fundir esta pasión con su obra, el resultado suele ser abrumador. Así, canciones ya de por sí emblemáticas, pueden quedar unidas a una imagen que las realce, y temas desconocidos para el gran público pueden acceder a la inmortalidad. La música y el cine son una de las combinaciones que más maravillas nos ha dejado a lo largo de sus encuentros, y conseguir la mezcla perfecta de ambas es todo un arte.
Antes de Scorsese, "Atlantis" de Donovan nos sumergía inevitablemente en el océano al escucharla, pero después de "Uno de los nuestros" pasó a ser el acompañamiento perfecto de una paliza de mafiosos con puñetazos ralentizados. La habilidad de Martin para conjugar música y cine trasciende los límites de la mayoría de los directores hasta la fecha, sus películas son un acierto continuo en lo que a canciones se refiere. No hay que olvidar que estamos ante el director de "El último vals" y "No direction home".
Más discreto, pero con innegables destellos de este don es Oliver Stone, que con la guerra de Vietnam y política americana como temas fetiche, firma una de las secuencias más bellas y conmovedoras de la historia: la muerte de Elías (Willem Dafoe) en Platoon, cayendo con los brazos abiertos en el momento más álgido del "Adagio for strings" de Barber. Con ella dejó claro que este canon es la definición de desgarrador, y nos brindó una imagen inmortal para recordarlo.
Y si escarbamos un poquito en la pareja formada por la ópera y el séptimo arte, todos solemos acordarnos del coqueteo de Garry Marshall con La Traviatta de Puccini en "Pretty woman", cuando en mi humilde opinión, en este campo nadie ha podido superar a Norman Jewison con una oscarizada Cher caminando por las calles de Nueva York dando patadas a una lata, mientras un devastado Nicolas Cage sube el volumen de su tocadiscos y La Bohéme envuelve el amanecer de "Hechizo de Luna".
El siempre transgresor Paul Thomas Anderson nos hizo a muchos el favor de presentarnos a la etérea Aimeé Man, que firmó la banda sonora de "Magnolia", participando en una de las secuencias más singulares del cine contemporáneo, en el que en medio de una tormenta de emociones, todos los personajes se ponían a cantar aquello de "Wise up", y el film se despedía de forma acojonante con "Save me", nominada a los oscars de ese año a mejor canción original.
Pero esta categoría surgió años atrás cuando el (probablemente) mejor dúo de la historia compuso por primera vez un tema por encargo para una película. "Mrs Robinson" supuso un antes y un después para Simon y Garfunkel, como todas las secuencias en que sus canciones acompañaban a "El Graduado", destacando los enigmáticos semblantes de la bellísima Katherine Ross y un jovencísimo Dustin Hoffman subidos en el autobús al son de "The sound of silence".
Y con Katherine Ross tenemos que hacer parada obligatoria en "2 hombres y un destino", y reverenciar al maestro George Roy Hill por ese paseo en bicicleta con Paul Newman, Burt Bacharach y su "Raindrops keep falling on my head" sonando entre las tablas de madera de una valla por la que se cuela el sol. Lo que transmite esta escena, y cómo puede llegar a tocar al espectador, la convierte en una entre un millón.
Si por el contrario necesitamos un subidón de adrenalina, y estamos cansados del "California" de Rocky (y quien no lo esté, lo estará cuando vea en Rocky VI a Stallone subir las escaleras al final de su entrenamiento...con un perrito) podemos coger "The fighter" y disfrutar de la reinvención del entrenamiento del boxeador al son de "Can you hear me knocking" de los Rolling Stones, y de la entrada de Bale y Walbergh a contracorriente en el ring con su himno, materializado en la poderosa "Here i go again" de Whitesnake.
El maestro de los revivals en lo que a música se refiere es sin duda Tarantino, que en cada una de sus películas consigue lo imposible, desde que la dulce Nancy Sinatra nos cante la masacre de "La novia" a que un puñado de chicas muera a manos de El especialista Mike mientras tratamos de memorizar el nombre del grupo que canta su muerte con "Hold tight"
(Dave dee dozy beaky mick & tich).
Tales son las maravillas que esta estrecha amistad entre cine y música ha ido dejando, y tal es el placer de verlas y escucharlas, que más de uno las visiona a menudo en youtube, o las agrupa todas en un dvd (en mi caso), para dejar que le atrapen de vez en cuando, y esbozar una sonrisa por esos minutos de paz y admiración ante algo perfecto. Y de entre todos esos tesoros que cada uno tenemos grabados en el recuerdo, y de los muchos que hoy se quedan en el tintero, yo me quedo con Cameron Crowe, que tras lucirse con Tome Petty o Bob dylan en Jerry Maguire, dejó clara su pasión por la música contando su propia historia en "Casi Famosos", con fórmulas perfectas a lo largo de toda la película, desde un autobús de músicos enfadados que es capaz de reconciliarse al cantar "Tinny dancer", a describirnos el amor tan sólo con "I wish i had a river" y un interminable estrechón de manos entre Kate Huson y Billy Crudup.
Hasta aquí mi lista de matrimonios acertados entre cine y música. No la he meditado mucho, ni he tratado de citar las mejores, tan sólo he ido saltando de una a otra según iba recordando, y os he dejado los carteles de muchas otras que se quedan para la próxima, ¡No hay prisa!
Al fin y al cabo no estamos en la radio pirata de Richar Curtis, no somos Phililp Seymour Hoffman ni tenemos que elegir un último tema que pinchar antes de que el barco hunda, y aunque su elección de "Nights in white satin" para la última locución, seguido de la deliciosa "Wouldn´t it be nice" es más que acertada, seguro que todos tenemos pensada una canción para el fin del mundo.
Texto: Cristina Martín
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